Necesho saberto.
Mi padre comenzó a reprender a Michelle, enumerando las faltas que había cometido y que gracias a ello, tendría que presentar
su
carta de renuncia, la muy descarada se atrevió a negarlo absolutamente todo y no pude evitar soltar un risa sin gracia.
-Sra. Boyer, le recuerdo que el implicado está esperando afuera, si tan mala memoria tiene, lo puedo hacer pasar para que nos
diga
como sucedieron las cosas. -Su cuerpo se tenso a mi lado y me lanzó una mirada fulminante.
Volvió la vista a mi padre y asintió con su cabeza sin tener más opciones, pues claro, si estaba entre la espada y la pared.
– Está bien, he infringido el acuerdo, se lo he contado al Sr. Lancaster, pero no lo hice con mala intención, senti que seria bueno
que
supiera...
– Esa es una decisión que a usted no le compete, es mi hijo y yo decido a quién, cuando y cómo contárselo, a usted no deberia
importarle si el Sr. Lancaster lo sabe o no.-dije antes de dejar a Tristán en el suelo, pues estaba inquieto e incómodo en mis
piernas.
Mi padre terminó dándole un sermón y diciendo que no tomaría medidas legales, porque había trabajado por muchos años para
la empresa y se limitó a darle un plazo para que entregue su carta de renuncia y se devolviera a París.
Michelle salió del despacho derrotada, dejándome sola con mi padre y con Tristán que ahora jugaba con los adornos de la mesa
de
centro.
– ¿Por qué no me has dicho que estaba aquí?–pregunté, luego de asegurarme que nadie me escuchaba.
– Ha sido de último momento, lo siento hija, antes de correr a la Sra. Boyer, necesitaba firmar el contrato y adelanté la reunión,
se me pasó avisarte. -dijo apenado conmigo, porque sabia que si me lo hubiese dicho antes, no hubiese llegado con Tristán. -.
¿Se lo dirás ahora mismo? -preguntó con curiosidad y miré a mi hijo por un momento, recordando lo asustado que estaba por
Alexander.
– Supongo que es lo mejor, ¿para qué esperar más? -respondi sintiendo los nervios que burbujeaban en mi sistema.
Esto no sería una tarea sencilla.
Tristán,
antes de que el miedo por ese señor en Tristán aumente. -asenti con mi cabeza y le regalé una sonrisa a mi padre. No sé que
sería de mi sin él y sus consejos.
Tomé la pequeña mano de mi hijo y caminé junto a él y mi padre hasta la sala de estar, dónde esperaban el par de hombres,
Julián
estaba sentado en el sofá con las piernas cruzadas y Alexander de pie, caminando de un lado a otro como si estuviera
impaciente.
Al darse cuenta de nuestra presencia, clavó sus ojos en mí y en el pequeño que caminaba a mi lado, no podía descifrar su
mirada, pero se notaba afligido y aquello hizo que mi estómago se revolviera por los nervios.
– Una disculpa por la tardanza, tenía asuntos importantes que resolver, ¿desean brindar con champagne? ¿O es muy temprano
para beber alcohol? –preguntó mi padre divertido, tomando asiento al lado de Julián, también me senté pero en el sofá
individual, buscando el momento adecuado para hablar con Alexander.
El alegre castaño aceptó una copa de champagne, porque era la mejor manera de cerrar tratos, Alexander apenas respondió
estando de acuerdo con Julián y mi padre le pidió a Maga que trajera la botella de la mejor reserva,
– Mamá, mira ese señor malo. -Tristán me susurro sentando en mis piernas, sin dejar de mirar a Alexander que tenía sus ojos
puestos en nosotros como si no estuviera escuchando la conversación que se llevaba a cabo con mi padre y Julián.
– No es malo, mi amor, no lo ha hecho adrede, fue un accidente, pero le pediré que se disculpe contigo y te compre otro helado,
ist? – Fastán asintió emocionado al escuchar la palabra helado y no pude evitar soltar una risita.
– Helado, si, helado. —Oplaudió con sus manos y mi corazón por poco se derrite por mi hermoso e inteligencia hijo.
... Sra. Petit, ime regala unos minutos de su tiempo? -deje de mirar a Tristán para alzar la vista y encontrarme con un
inexpresivo Alexander, mi hijo in abrazo escondiendo su rostro de él y lo acaricié para que se calmara. -Necesita conversar con
usted, c.
puede?
– Puedo, dejaré al niño con Maga y lo alcanzo. -dije antes de levantarme de mi asiento y abrazar el cuerpo de Tristán que se
aterraba a mi, como si su vida dependiera de ello.
– No, sra. Petit, lleve al niño.-dijo con voz gélida y mi piel se erizó enseguida.
Hubiese preferido soltarle la verdad con Tristán lejos, pero si él lo quiere así, no me iba a oponer.
estragos en mi estómago y las piernas temblando como gelatina, tenía miedo de caer por los nervios, pero me mantuve fuerte
por
Tristán.
Llegó a un costado de su auto y se detuvo para girar a mirarme, no sabía si debería ser yo la que comience a soltar todo.
-Lo escucho Sr. Lancaster. -preferí que él hablara primero, mientras buscaba las palabras adecuadas para decirle que es el
padre de Tristán.
Alexander resopló, mientras miraba la espalda del niño que no quería ni verlo y me miró después de unos segundos en los que
parecia que estuviera pensando de más.
– Anoche... Anoche usted me dijo algo que me ha dejado un poco inquieto. -dijo con voz firme, aunque se notaba un poco de
nerviosismo, me sorprendió un poco que me estuviera hablando de usted.
– Le dije muchas cosas, por favor, sea más claro. -respondi, mientras terminaba de aclarar mi mente, ya tenía pensado las
palabras
adecuadas que iba a utilizar.
– Usted me dijo que si cualquiera fuera el padre de ese niño, no estaría respondiendo a mis preguntas, a pesar que es su vida .
privada y no tendría porqué darme explicaciones. Entonces lo he entendido y ahora que lo veo, siento... siento algo en mi
pecho que me dice que no estoy tan lejos de la realidad. Pero necesito escucharlo de su propia boca, Sarah. Digame, necesito
saberlo. -lo mire sorprendida, porque no imaginé que fuera capaz de pensar con claridad en mis palabras, pero al parecer lo
había pensado toda la noche y lo que va de día, como para al fin comprender el mensaje que queria darle. :
Tomé una bocanada de aire y me vi obligada a calmar mis nervios y los acelerados latidos de mi corazón que los sentia en mis
oidos.
Calma, este es el momento adecuado.
Lo miré fijamente a sus ojos miel, que me miraban impacientes, esperando una respuesta de mi parte, la respuesta que él
sabía, la
respuesta que oculté pensando que sería lo mejor para todos, pero no me di cuenta el daño que le causaría a mi hijo.
Acaricie el cabello oscuro de Tristán, como si él me diera la fuerza que necesitaba para soltar la respuesta y asenti con mi
cabeza.
– Estás en lo cierto, Alexander. –respondi sin rodeos y de su boca salió un jadeo apenas audible. Su dura expresión fue
reemplazada
por una de incredulidad y apenas parpadeó. Su mirada se clavó en la espalda del pequeño pelinegro que no queria ni verlo y
pude ver
cómo sus ojos se cristalizaba. – Tú eres el padre de mi hijo.